martes, 9 de febrero de 2010

Las miradas me incomodan

Que tal Doc, hoy quería hablarle de algo que vengo sintiendo hace rato y no se bien de que se trata pero créame que es realmente raro. Es más, por momentos empiezo a pensar que hay algo que me mueve más hacia la insania que a la cordura. Noto que algunas de mis actitudes para con el mundo que me rodea son bastantes extremas y para atajarme de no romper todo, encuentro una solución en la huida. Huyo de las cosas. Es raro, pero las enfrento huyendo. Porque si me quedo se que se va todo a la reverenda mierda y rompo todo, por eso creo que lo mejor es combatir a distancia. No cuerpo a cuerpo. Nunca es cuerpo a cuerpo siempre es desde la otra orilla. Con esto evito que la sangre llegue al río, o a lo sumo trato de que se quede en mi orilla. Esto me retrotrae a cuando era chico. Recuerdo que padecía mucho los lugares. Estar en un lugar me ponía muy nervioso. Siempre me quería ir. No podía estar. No lo soportaba. Recuerdo una tarde, tenia seis o siete años, no mas, era un acto escolar, yo estaba vestido de marinero con un trajecito blanco muy delicado, con unas costuras muy lindas “la mame” me lo había hecho. Hasta el gorrito me había confeccionado. Estaba de punta en blanco. No se si estaba feliz. Eso nunca lo supe. Solo sabía que estaba ahí, en ese acto esperando que “la mame” me viera. Necesitaba verla y sentir su mirada. Sentir que yo estaba en ese acto escolar por alguien. Y que los aplausos y los gritos de alegría que se desprendían de las tribunas de los padres de mis compañeros, también me llegaran a mí. Esas cosas te llenan el corazón. Eso necesitaba. Pero no paso. La mame no estaba. Salí a escena y en vez de actuar mire para todos lados. La buscaba con la mirada. Buscaba amor. Buscaba el amor que solo transmiten algunas miradas. Como esos perros callejeros que te buscan con el hocico la mano y después te miran con un amor increíble. Buscaba ese entendimiento en los ojos de la mujer que me cuido. Que me crío. Pero no estaba. Entonces salí corriendo. Corrí lo más que pude. Me escape. Huí. Necesitaba saber como estaba. Adonde estaba. Si le había pasado algo. En ese instante las otras familias, para mi no eran mas que cartón pintado. El mundo, mi mundo era la mame. El acto siguió. Imagino. Como siguen las cosas cuando uno se va. Uno piensa que es indispensable en algunos lugares y resulta que no es así. No somos más que luces incandescentes que cuando se apagan, se apagan y listo. No hay magia. Son luces. Nada más. Somos luces que nos apagamos. La portera me atajo en la puerta y no pude escapar. Del acto no quise saber mas nada. De mi compañeros menos. Todo me fue indiferente ese día. No lo olvido nunca más. Ese sentimiento me acompaña hasta el día de hoy. ya no soy mas ese chico, pero ese sentimiento me asfixia. no me deja respirar. Siento que algo no esta bien, por eso quiero huir de los lugares, me empiezo a incomodar, siento que ninguno es mi lugar, que mi lugar esta en otro lado. Que en otro lado hay alguien esperándome. Mi presente me incomoda. Por eso huyo. Siempre estoy corriendo. En el trabajo se me hace manifiesto todo el tiempo. Siento que murmuran cosas de mí. Y tengo ganas de levantarme y romperles la boca a trompadas solo para ver como dejan de hablar de mí. Solo para eso, para que dejen de hablar de mí. Tan importante soy que hablan todo el tiempo de mi. Porque no hablan de ellos. O acaso no tienen temas de conversación. Los veo hablando y riéndose de mí. Hablan a mis espaldas. Son unas sanguijuelas. Se te suben por las piernas y te succionan la sangre. Te chupan hasta consumirte. Y si son muchas es más peligroso aun. Por eso hay que estar atentos y ver el momento adecuado para patearles de lleno la cabeza. Así de corta. Porque yo no sabre leer los labios, pero se leer lo que dicen sus ojos, y esos ojos no paran de hablar de mi. En un rato algo va a pasar. Lo presiento. O me cruzo de orilla y espero a que las aguas se calmen o les pateo la cabeza. Mejor bajo la cabeza y sigo firmando cheques. No falta mucho para el horario de salida y presiento que nada bueno nos espera. Atte. Andres

No hay comentarios: