lunes, 22 de febrero de 2010

Me quede sin batería

Hola Doctor ¡¡ hoy es mi primera consulta, llegue a este espacio recomendado por mi mujer, ella me dijo que le escriba, que se yo, dice que para que reflexione sobre mi vida, que quiero hacer y todas esas cosa ¿supongo?. Hoy por ejemplo me levante de buen humor y no se a que se debe. Yo en realidad no se cuando me levanto de buen humor y cuando no, hoy lo se porque Tania me lo dijo. Entonces ahí me entere, pero si fuese por mi, estoy seguro que no me daría cuenta. Tania es mi esposa, hace casi dos años que estamos conviviendo, a ella la conocí hace siete u ocho años, más o menos, no pasa un día que no agradezca a los dioses del más allá por haberla encontrado, no se que seria de mi, sin ella. Mucho no me acuerdo de esa época, no se que hacia, creo que nada, bah eso era lo que ella me decía. Siempre me repetía lo mismo: “no haces nada productivo, porque no te pones a estudiar algo” y como ella es Maestra, santa solución, me dijo que me ponga a estudiar magisterio, que con su ayuda y mi buena relación con los chicos lo terminaría rapidísimo. Se hicieron unos siete años. Pero estuvo bien. Apenas terminé magisterio, deje pasar un tiempito porque sentía que estaba en pañales y no quería apresurarme, entonces decidí tomarme dos añitos sabáticos. Cuando se lo comente a Tania, me miro desencajada y me dijo: “Hace lo que quieras mati, ya sos grande yo no te puedo andar diciendo lo que tenes que hacer” después me entendió. O eso creo. Recuerdo la vez que me llamaron de una escuela para hacer un reemplazo, fue todo tan rápido, la cosa es que ese era mi primer reemplazo y estaba tan nervioso que no pude dormir en toda la noche. Daba vueltas en la cama y sudaba. Le dije a Tania que lo mejor seria que no vaya así se me pasaba el malestar. Pero ella me abrazo y me dijo que me deje de decir boludeces que iba a estar todo bien, aparte con lo bien que me llevo con los chicos no iba a tener ningún problema. Y fue instantáneo, después de que me hablo me dormí. A la mañana escuche el reloj despertador como un trueno mortífero. Estallaba en mis tímpanos. Riiing ¡¡ Tania no estaba, me hubiese gustado que este, tenia miedo, pero me levante igual. Vi dos cosas bastante raras, primero que el desayuno estaba preparado en la cocina. Y segundo que estaba mi ropa seleccionada y planchada. Era raro, porque esas cosas las hacia siempre yo, como ella no esta nunca en casa porque trabaja todo el día y yo no hago nada, todo lo que sea domestico lo hago yo. Sin perder tiempo, agarre el monopatín a batería y me fui. Increíblemente a mitad de camino me quede sin batería. Estaba muy lejos. Me tuve que volver. No podía entender como se había terminado tan rápido la batería. Pero lo que mas me preocupaba era lo que Tania me iba a decir. Llego del trabajo exhausta pero expectante, me miro todavía con los bolsos y las carpetas en sus brazos y me pregunto: ¿y Mati ¡¡ como te fue? yo le conté la verdad. Le dije que me quede a mitad de camino pero que la culpa no fue mía sino del monopatín que se había quedado sin batería. Se desplomo en la silla, se agarro la cabeza y me dijo: ¿porque no te tomaste un colectivo para ir? Yo simplemente le respondí que no lo había pensado. Se acerco y me abrazo, después se fue a la habitación a cambiarse, en ese momento me fui a prepararle algo para comer y me volví a indignar con el monopatín. Y la verdad es que hasta el día de hoy sigo sin entender como a los sobrinitos de Tania les dura tanto la batería. Saludos Doc. Matías

domingo, 21 de febrero de 2010

Me oculto su muerte

Hola Doctor, sabe que el otro día me paso algo que hacia muchísimo que no lo revivía y me dejo bastante mal, por eso quería comentárselo, aparte sucedió casi sin quererlo, se ve que me agarro desprevenida, como suele pasar con esas cosas que uno no quiere que le pasen. La cosa es que fui al ropero a buscar unos impuestos viejos, porque del Inmobiliario me andan reclamando unas boletas impagas, cosa que es imposible porque yo tengo todo al día, entonces va que abro la cajita de las fotos y lo volví a ver al Alfonso, mi difunto esposo -que en paz descanse- y me agarro un escalofrío que me dejo quieta, me paralice. Era como una angustia mezclada con nostalgia. No se, pero no aguante y me puse a ver las fotos, después de casi siete años sin abrir la cajita. Porque desde el mismo día en que murió, yo clausure los recuerdos. Así nomás, porque ver esas fotos me hacían recordarlo, entonces no las toque nunca mas. Y eso que yo se que el pasado es pasado, y lo pasado pisado, pero a veces vuelve. Y así fue. Bueno, la cosa es que me acomode en la silla y me puse a verlas. Una por una. Que jóvenes que éramos. Hay una en la que estamos en Mar del plata. Es tan ridícula esa fotografía, que cada vez que la veo me río sola, parezco una loca, pero siempre me pasa lo mismo. El aparece con una peluca larga y negra, parece un indio del amazonas y tiene unos remos en la mano y yo aparezco atrás mirándolo y riéndome de sus monerías. Que linda foto ¡El viajaba mucho sabe y en uno de esos tantos viajes se ve que se pesco el Chagas. El siempre me contaba cuando volvía de sus viajes por el norte del país, que en muchos pueblitos tenia que dormir en pocilgas, ni siquiera eran hoteles, sino que eran como cuartitos muy chiquitos, en donde apenas cabía una cama, un ventilador de techo, una mesita de luz y algún que otro revistero. Nada de televisión, ni radio. Pobre Alfonso. El era muy solitario, siempre me decía que le encantaba viajar por la ruta escuchando música. A el le gustaba la música clásica como a mi, éramos dos melómanos empedernidos. El era viajante sabe, y así se ganaba la vida. Se recorría el país vendiendo para la Yerbatera Misiones. Buena gente. Siempre nos invitaban a los asados de fin de año que se hacían en el Club Federal en el Barrió Echesortu, un club típicamente de barrio, pintado de rojo y blanco, yo siempre me iba vestida haciendo juego con alguno de esos colores. Una noche me acuerdo que fue tan linda, estábamos todos bebiendo y comiendo empanadas y un sabrosísimo asado, sobre largos tablones, tan largos eran, que ni los caballetes de madera alcanzaban para apilarlos. Que risa. Había un animador y hasta unos números de tango. El Alfonso cada vez que me miraba, yo lo besaba con tantas ganas que hasta el día de hoy me produce una sensación tan extraña y tan familiar, que recordarlo me termina haciendo muy mal. Por eso trato de no pensarlo. No lo quiero pensar más, porque me duele. Me duele el pecho de pensarlo. Aparte ya sufrí demasiado cuidándolo, no le solté la mano hasta que dio el último aliento. Tenía el corazón muy hinchado, como una sandia, así me decían los médicos. El Chagas una vez que te lo agarras lo podes tratar, pero no se cura, y el ni se lo trato. Dejo que avanzara. Me lo oculto. Nunca me lo dijo. Eso fue lo que mas me dolió. Que no me lo haya dicho a tiempo para tratarlo, para hacer algo, nose. Será por eso que desde que murió, en vez de recordarlo lo enterré. Será por eso que yo lo oculte, lo negué y lo niego. Murió en mis recuerdos. Fue. Como dicen los chicos. Y así como apareció en estas fotos, se va a ir. Por eso, lo mejor va a ser que vaya al patio, agarre unos fósforos y queme todas las fotos. Así no aparece más. Gracias por escucharme Doctor. Chicha