miércoles, 31 de octubre de 2012

El cuadro de Botero

Mi casa no siempre se caracterizo por ser un lugar apto para las visitas, tanto mi padre como mi madre mantenían una endiablada costumbre de deambular desnudos por todos lados, era bastante incomodo, mas aun sabiendo que mis amigos adoraban estas excentricidades pseudo-jipis. Pero como siempre era precavido, les avisaba que venían visitas, de tal forma de darles tiempo a que se cambien así fuera con un trapo encima. Algo.

Mi madre era una fanática del sol, eso le daba cierto permiso de pasearse semi-desnuda por la terraza, no así mi padre quien odiaba a febo, pero adscribía con la idea de libertad. Era una libertad media impúdica, pero libertad al fin.

Se había hecho rutina en los meses de verano, la llegada de Estelita, una amiga de mi mama, con la cual tomaban mates y escuchaban la radio en la terraza disfrutando de los rayos ultravioletas de las tres de la tarde. Estelita era una mujer madura pero conservaba cierto atractivo, quizás ese atractivo eran ese par de tetas más que saludables. Seguramente tenía otras generosidades.

Tenia la costumbre de preguntarme por mis cosas, yo siempre decía que bien a todo, mientras me consustanciaba en no dejar de mirar esos tremendos pechos. Lo que no era muy agradable era su afición incansable por el cigarrillo. Su rostro estaba descascarado por los efectos de los Marlboro. Amedrentaba su belleza, será por eso que siempre estaba sola. Era madre soltera. Se había divorciado, no se de quien, ni cuando, pero a veces venia con su hijito.

Una vez, me acuerdo que estaba mi abuela con francisco, el hijito de Estelita; el nene no tenía mas de seis años. Mi abuela de chiquita que pintaba, no había estudiado pero le gustaba y sabía bastante; Siempre me regalaba libritos de pintores y cosas así; Ese día Francisco estaba con nosotros en el pasillo de casa; Es un pasillo largo y lleno de cuadros, de un montón de pintores, a mi siempre me gustaron los surrealistas, como Kandinsky o Picasso, como a mi papa. Con el tiempo me empezaron a gustar los expresionistas como pero había otro cuadro, uno que estaba casi llegando al final del pasillo. En ese momento la abuela lo había alzado a Francisco y lo sostenía entre sus brazos, se acerco a la pintura y el nenito interrumpiendo el relato de la nona, dijo:

-Botero ¡¡ Botero ¡¡ la abuela me miro sorprendida y lo miro a francisco y con los ojos sorprendidos le pregunto: Francisco ¡¡ muy bien ¡¡ y como sabes que es de Botero ese cuadro? Y sin perderle la mirada al cuadro de Botero dijo:

-Papa siempre me dice que mama es una de esas gordas que dibuja Botero-

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