miércoles, 16 de diciembre de 2009

Llamen a los bomberos

Hola doc, no sabe lo inmensamente agradecido que estoy por este nuevo espacio de consultas. No se imagina lo angustiado que me encuentro. Tuve un terrible problema con mi preciado sommier. Las noches de gloria y lujuria pasaron a ser historia, mi colchón se convirtió en el mismísimo averno. Nunca imagine que un funesto pozo en medio del colchón iba a alejarme de Victoria. Le cuento. Nos conocimos como cualquier pareja de pibes sedientos de amor fugaz. Ella tenía sus delirios, y yo los míos. Aunque reconozco que me gustaba colgarme de sus ruleros. Siempre hacíamos cosas re-zarpadas, como en las películas. Por ejemplo, a ella le encantaba subirse al ropero y saltar a mi encuentro. Era muy divertido. En invierno solíamos planchar las sabanas para que al acostarnos estuvieran calentitas. Mi abuela siempre me contaba como ella se las planchaba a mi mama. Después mi madre comenzó a planchármelas a mí. Y yo se las empecé a planchar a Victoria. Era una trilogía perfecta. The perfect circle. Entrado el verano comprábamos hielo seco y lo poníamos debajo del sommier, a fin de ver como la habitación se convertía en un frigobar. Hasta que llego ese fatídico día. Recuerdo que vino vestida con unas sandalias, a mí entender medio pelo. De hecho, cuando le pregunte adonde las había comprado me dijo, que las compro en una feria de diseño frente a la facultad de abogacía. Yo creo que por el diseño medio chongo, las compro en calle San Luis. La imagino revolviendo en una de esas cajas en donde amontonan todos los trastos de ropa. Igual le dije que eran muy lindas porque las veces que le decía algo feo sobre su ropa, se enojaba. Entonces apago las luces y nos abocamos a lo nuestro. Se saco las sandalias, se subió al ropero y salto. Yo justo estaba en el baño mirándome al espejo. Y escuche un ruido ha roto. Sonó así como krasshh¡¡ salí y la vi atascada en el medio del colchón. No podía sacarla. Estuvimos varias horas. Hasta que, por suerte vinieron los bomberos y la pudimos sacar. Todos reímos, salvo Victoria, estaba muy angustiada. Me dijo que no la llame más y se fue. Yo no sabia que hacer hasta que uno de los bomberos, Carlos creo que se llamaba, -me acorde porque fue el que toco el timbre- me pidió un mate, aclarándome que no le gustaba con azúcar. Desde ese día. Mi vida cambio. Todo lo que habiamos construido con Victoria se desvaneció por ese maldito colchón. digame Doctor Colchon. ¿Que debo hacer para recuperarla?

A espera de su respuesta

Gabriel

2 comentarios:

Al Marrocco dijo...

buenas y santas. yo en su caso, estimado Gabriel. haria lo siguiente. dejaria pasar unos dias hasta que a la estimadisima Victoria se le pase. imaginese lo ingrato que resulta que un bombero te rescate de un colchon.

Recuerde que no hay mejor remedio que el tiempo.

Le mando un abrazo acolchonado

Anónimo dijo...

yo le podría decir, que aceptara las sandalias baratas de calle San Luis, y sobre todo, que dejara de planchar las sábanas, porque llegado el momento, se calentarían solas. Y de paso, rompe con esa trilogía edipiana.